lunes, 13 de febrero de 2012

Un pequeño fanfic

Una tarde de estas estuve escribiendo un pequeñísimo fanfic sin nombre que quiero compartir.

Una mañana soleada, Sophia había llegado temprano a su trabajo, rutinariamente sus ojos estaban fijados en la pantalla de su computadora, y sus oídos se cubrían con los audífonos que la hacían tararear su canción preferida, vagamente escuchaba ciertos pasos recorriendo el lugar, más no fueron justificación para alzar su vista a cerciorarse de quién se acercaba, para qué, pensó ella mientras continuaba tecleando, Marie estaba siendo acompañada por un hombre, él era alto, corpulento, cabellera corta castaña oscura y rizada, barba, una amplia y hermosa sonrisa, los anteojos que utilizaba le protegían sus ojos cafés, haciendo lo suyo, Marie, carraspeó repentinamente para llamar su atención, ella sin desviar su mirada de la pantalla saludó, Marie lo volvió hacer, entonces su mirada subió observándola ligera us ojos cafés, de edad similar a la de Sophia, por un segundo, él sonrió presentándose cómo Paul, el nuevo compañero del Departamento, seguidamente ambos se retiraron haciendo el recorrido por cada oficina.

Las semanas transcurrían, y sus miradas se cruzaban constantemente acompañadas de una sonrisa, un sentimiento se alimentaba dentro de ella.

Una tarde, el autobús esperaba por ellos, así que Sophia se sentó un asiento previo al que Paul se encontraba, ella le sonrió brevemente, y a su lado se sentó Edwin.

- Deberíamos declarar mañana un día feriado, para poder descansar – Dice Edwin.
- Claro – Respondió Paul.

Paul deslizó suavemente sus manos por el cuello de Sophia, haciéndole un masaje, mientras ella cerró sus ojos, estremecida, era su punto débil y cómo decírselo a él, si estaba siendo cariñoso, cómo decírselo si ella le gustaba que él la tocara, su piel se erizó sin que él se percatara de lo que sucedía, se detuvo y continuó hablando con quién se había sentado a su lado.

Luego un día largo de trabajo, ambos decidieron compartir un momento, juntos, dirigiéndose a un bar al este de la Capital, el silencio en ella notaba que algo no andaba bien.

- Estás bien? – Preguntó él mientras bebía su cerveza.
- Sí – Responde Sophia repentinamente.
- No parece que disfrutes estar conmigo – Interrumpió.
- Paul – Sostuvo la respiración – Amo estar contigo, amo cada segundo que estamos juntos, lo que pasa es que me siento culpable por lo que nos está pasando, no quiero meterme entre tu familia…
- No pienses en ella, ni en mí, menos en el qué dirán, quiero que pienses en lo que sientes, por favor, por lo menos hoy piensa en ti – Le dice suavemente acercándose a ella, tanto, que ella logró sentir su aliento, el mismo que le robaba la vida.
- Amor… – Susurró ella intentaba aceptar esos labios que le ofrecían beber aquel aroma que antes había soñado, mientras el sonido de la música de fondo la incitaban a besarlo, retrocedió – Por favor, llévame a casa, te lo agradeceré.
- Por qué? – Interrumpió él confuso, tomó una bocanada de aire – Está bien, vamos te voy a dejar a tu casa.

Paul caminó tras ella luego de cancelar la cuenta en el bar donde estaban, ambos abordan el vehículo, ella detuvo la mano de él cuando éste intentó introducir la llave para arrancar el vehículo, ella acarició su mano suavemente sin decir nada, luego acarició su mejilla y a él se le escapó un beso en la mano que le acariciaba, ella se acercó besando sus labios con ternura mientras él sostenía su cuello cuando ella se respiraba profundamente.

- Paul te amo tanto que no puedo alejarme de ti – Le dice ella – Por favor, no me lleves a casa, quédate conmigo.
- Estás segura? – Preguntó él.
- Sí – Dice ella mirándolo fijamente para volverlo a besar.

Entonces, ambos se dirigieron a un hotel, él apartó una de las habitaciones, ella sintió cómo su mano fue tomada por la suya, ella se sujetó fuertemente asegurándose que era real, que estaba allí con él, al ingresar a su sitio, ella se sentó en la orilla de la cama, él a su lado dándole aquel masaje en los hombros y el cuello, luego ella sintió su aliento, suavemente ella se estremeció complacida de estar allí, Sophia se dejó rendir por sus caricias y se entregó sin límites olvidando todo impedimento, ella se recostó sobre su pecho acariciándolo mientras sentía la mano de él sobre su cabello hasta dormirse. Luego de unas horas, despertó al sentir que él se movió para acomodarse.

- Gracias – Susurró ella.
- De qué? – Dijo él.
- Por estar conmigo – Responde ella.
- Jamás me des las gracias, te amo – Le indica él – Y para mí, es suficiente si te hago feliz, yo soy feliz.
- Amor, ahora sí déjame en mi casa – Le dice ella – No quiero que tengas problemas por mí.
- No te preocupes, los problemas por ti valen la pena – Le sonrió Paul mientras besaba su frente – Déjame amarte una vez más.

Ella nada más le sonrió pícaramente asintiendo con la cabeza.

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